Esta habilidad del artista que explota desde hace 11 años, le hace tener más amigos, más fans en su red social y le ayuda económica. En Abril viajará a Panamá a participar en el Centroamericano de Ajedrez.
Foto: FB/Periódico Equilibrium.
Roberto Antonio Vaquero, lleva sobre sus espaldas 61 años y en cada feria posible se lo puede ver ofreciendo sus productos peculiares: las tarjetas RAVACH.
Son las iniciales de su nombre y representan paisajes y mensajes que pueden ser enviadas como postales para cualquier motivo.
“Tengo parálisis cerebral infantil” dice al contar su historia. Le han contado que una semana después de haber nacido fue víctima de la parálisis cerebral, pero “eso no significó limitarme, hice la universidad en ingeniería industrial”
No terminó la carrera, pero no fue por desidia, sino por el caos en que cayó la Universidad de El Salvador, durante la guerra civil que desangró al país durante 12 años.
“Me faltaron cinco materias”, comentó. Pero ante la imposibilidad de graduarse como ingeniero industrial buscó una beca y por eso fue becario en Estados Unidos.
Una corporación de Michigan se la dio en un programa de formación en desarrollo internacional y en virtud de eso durante cinco años viajó por toda América.
Roberto se consideró un estudiante demasiado sagaz e inteligente, por eso se ganó la confianza de sus compañeros; llegó a ser profesor de matemática y fue uno de los mejores ajedrecistas infantiles y juveniles del país desde los ocho años; “la discapacidad quedó a un lado”, dice.
Roberto Antonio Vaquero es campeón nacional y centroamericano de ajedrez de ciegos y baja visión
El tiene glaucoma y la padece desde los 48 años; la situación le cambió su vida porque tuvo que pensionarse después de 20 años de trabajar en el Seguro Social, mucho antes de la edad de jubilación.
A pesar de ello Roberto Antonio pinta y juega ajedrez, participó por primera vez en jun certamen juvenil de este deporte a los 13 o 14 años y ahora sigue jugando.
Con su ranking de Categoría Superior en El Salvador viajará a Panamá a un Centroamericano de Ajedrez el 22 de abril próximo, en la categoría de ciegos y baja visión.
Este artista aprendió a pintar en la Escuela de Ciegos de San Salvador, cuando quedó pensionado por el glaucoma; allí llevó una materia de artes visuales.
“Me gustó pintar con acrílicos y esta (muestra una pintura), fue la primera que hice en 2003; es un pichacho y a la vez una choza indígena, hay que ponerle coco.”
Ha ido cambiando su técnica a través de los años.
Esto es para Roberto un hobby, pero también le sirve para vivir porque obtiene extras económicas, son tarjetas y vienen con sobres, para enviarlos a amigos y familiares, cuestan $2.
Por su discapacidad, Roberto Antonio crea una obra y luego la convierte en matriz para producir en serie varias de las mismas pinturas para llevarla a sus exposiciones comerciales en las ferias, como la de Antiguo Cuscatlán, donde el pasado 28 de diciembre se celebró el Día de los Santos Inocentes.