Ella bajó la mirada y tomó la orden de la mesa muy a prisa, si, Yolanda era una abogada trabajando de mesera, acostumbrada a que la gente juzgara sin derecho su historia, después del secuestro de sus hijas, de las amenazas de muerte, el despacho que había resistido la delincuencia organizada y todos los gobiernos cuya alternancia solo está en el color, a la larga le había tocado sucumbir…
… Yolanda ya no tenía edad para los exámenes de oposición, no tenía conocidos que pudieran tenderle laboralmente la mano y su fortaleza en el área penal se volvió un peso después de los sucesos de aquella semana de pascuas en la que su oponente le advirtió que si no perdía ese caso lo lamentaría…
… Vaya que lo había lamentado, la noche se rompió en un grito animal, no puedo olvidarlo, suena a lo lejos en mi mente, sus hijas eran arrebatadas de sus brazos sin saber por qué, Yolanda no llegó a la audiencia, su adjunto perdió el caso, su heridas tardaron semanas en sanar y sus hijas fueron encontradas en una casa abandonada, vivas a duras penas…
… No sé sabe como fueron dejando los clientes de acudir a su despacho, las autoridades de darle la razón a sus argumentos sostenidos y comprobados… Poco a poco fue quedándose sola en una situación donde su título era un muro…
…Después de probar en otras ramas y tocar mis puertas, decidió hacer lo que sabía, usar sus manos, sus fuerzas, su orgullo y con reticencias convenció al encargado del vips de contratarla, pues ella era abogada, no sea la de malas le dijera a la gente que les estaban vulnerando algún derecho…
… Yolanda trabaja, espera y resiste, saca a sus hijas con el día a día de una madre a solas, con las burlas de quienes la conocen, le levantan leyendas de que no era abogada en realidad, siempre porta en su cartera su cédula para frenar más difamaciones… Sí, responde Yolanda, soy mesera y abogada… Así las cosas ¿Le traigo la cuenta?