Fue un once de diciembre

Ahora eran tres niños tirados en el piso boca abajo escribiendo y a veces chupando la punta del lápiz. A Carlitos se le veía muy seguro de lo que quería y comenzó su historia…

Por: Dr. Adán Figueroa/Ilustración: Mely

Todos estaban muy ocupados. La ilustradora, haciendo y coloreando sus pequeños dibujos que ya estaban retrasados.

El padre les había leído tres cuentos cortos donde se incluyó al Niño de plata y entonces les dijo: ahora ustedes van a escribir lo que se les ocurra, cualquier idea que tengan, lo que sea.

Con papel y lápiz en mano Ale y Fer se quedaron callados, pensando. Veían el cielo de la casa en busca de algo para escribir y no aparecía nada. ¡Por fin llegó!

Fer de nueve años, el más callado, pero con unas historietas a veces increíbles comenzó con el Mastodonte de oro y Ale, de ocho años, con su inquietud incontrolable tituló su narrativa como, La mina de oro.

Ambos evidentemente se influenciaron por la historia del Niño de plata que habían oído hacía unos minutos y seguramente, esa fue la razón por la que escribían algo que tenía que ver con minas.

Al observarlos en un silencio pocas veces visto entre ellos, se acercó el pequeño Carlos y les dijo:

– Entonces yo voy a escribir la historia de mi compañerito, él es mi amiguito y se llama Matías, solo tenemos unos meses de conocernos, pero es mi amigo.

– Anda Carlitos, escribe lo que gustes, le dijo su papá que estaba impresionado por lo calmados que estaban, pues todas las noches que pasaban juntos se armaba un relajo tremendo.

– Se llamará “Fue un once de diciembre”

– Y ¿por qué ese nombre hijo? Le dijo José, su padre.

– Ya vas a ver, pa, ya vas a ver.

Ahora eran tres niños tirados en el piso boca abajo escribiendo y a veces chupando la punta del lápiz. A Carlitos se le veía muy seguro de lo que quería y comenzó su historia diciendo: todo comenzó en la fiesta de cumpleaños de mi amigo Matías. Estábamos disfrutando de los juegos después de haber reventado las piñatas, cuando le dije: oye Matías, y ¿por qué te celebran esta fecha tu cumpleaños si tú me dijiste, hace días, que naciste un once de septiembre?

– Es una historia muy larga Carlitos, pero le puedes preguntar a mi mamá. Ella te lo puede explicar mejor.

Carlitos no se quería quedar con la duda. Con su mirada empezó a escudriñar entre todos los invitados hasta que por fin la localizó. Se desplazó hasta donde ella se encontraba y sin andar con rodeos le dijo:

– Niña Gladys, yo sé que Matías nació en septiembre un día once, pero él no me quiso decir por qué le celebran este día su cumpleaños y me dijo que le preguntara a usted.

– Mira Carlitos hay cosas que es difícil explicarlas, pero Lucas que es tu amigo te lo puede decir, yo estoy atendiendo a los invitados aún. Si te esperas para cuando acabe la fiesta, con gusto lo hago yo, si no, dile a él que te lo diga.

Carlitos no quería esperar más y deseaba saber lo antes posible la historia que estaba detrás de todo y volvió con Matías.

-Bueno Matías, ya le pregunté a tu mamá y me dijo que tú me lo podías decir, entonces sentémonos y cuéntame todo desde el principio.

– ¡Hay Carlitos, no seas tan exagerado! Está bien, te lo contaré todo. Mira cuando yo nací, como fui prematuro, o sea que nací antes de tiempo; tuve que permanecer hospitalizado por muchos días, fueron tres meses en total.

– Y ¿te acuerdas de eso?

– No, como te puedes imaginar eso. Mi mamá me lo ha contado todo. Dice que yo de milagro estoy vivo. Entonces, un día cuando me llevó a pasar una consulta con un especialista, él le dijo….

En ese momento se acercó otro amigo de Matías y le dijo que ya iban a partir el pastel, que se apurara. Tu mamá te está esperando. ¡Apúrate!

– Vamos Carlitos, vamos a comer pastel y después termino de contarte.

– Vamos pues, pero, hoy no me voy de tu casa hasta que me lo digas todo.

– Sí, sí, pero vamos por el pastel.

Salieron corriendo donde su mamá; partió el pastel, le cantaron, comieron y Carlitos no se alejaba de Matías. Al fin dijo: ¿Ya Matías? Estoy listo para oír tu historia.

Matías se le quedó viendo y con los ojos le dijo: ¡qué bárbaro! ¡qué impaciente eres Carlitos!

– Bueno pues. Siéntate y te callas.

– ¿Qué te había contado ya?

– Me dijiste que habías estado hospitalizado y que te habían llevado a una consulta con no sé quién.

– Ya, ya me acordé. Pues cuenta mi mamá, que ese doctor después de revisar el expediente que era muy grande, le dijo ese día con una sonrisa en los labios: ¿recuerda usted señora, la primera vez que tuvo a su pequeño hijo en sus brazos?

– ¡Hay, doctor y cómo me voy a acordar de eso! Si fue hace más de un año, le dijo mi mamá.

– Pues, yo si lo sé, le dijo él. Fue un once de diciembre de hace casi dos años.

– ¿Estabas bien chiquito, Matías?

– Sí, pero bien me acuerdo de todo eso.

– ¡Qué mentiroso! le dijo Carlitos, ¡cómo te vas a recordar!

– Pero eso no era todo Carlitos. Dice mi mamá que le preguntó al doctor qué cómo sabía eso él.

– Mire señora, a veces hay cosas muy curiosas y algún médico sentimental le dio por anotar esa fecha que, para él, había sido o era de mucha trascendencia. Como usted sabe, la madre siempre toma en sus brazos a su hijo después del nacimiento y usted lo tuvo en brazos la primera vez casi a los tres meses de nacido.

– Y ¿quién escribió eso doctor? Le dijo mi mamá

Él se tomó su tiempo, revisó hoja tras hoja, hasta que por fin lo encontró. Levantó la mirada y se le quedó viendo a mi mamá y le dijo. ¡Cosas de la vida señora! ¡cosas de la vida! Para su información no fue un doctor, fue una doctora quien lo escribió. ¿Y Quién fue doctor? Le preguntó mi mamá.

– Increíble, increíble señora. La doctora que escribió eso, fue nada más y nada menos que, mi hija, cuando ella fue residente de este hospital.

Los dos guardaron silencio por unos segundos hasta que el doctor le dijo: bueno mi estimada señora, no vaya a olvidar que un once de diciembre, usted cargó por primera vez en sus brazos a su hijo. Ella se levantó, le dio las gracias y ya para salir del consultorio, le volvió a recordar levantando el índice de su mano derecha: “un once de diciembre”. A raíz de eso, mi mamá me ha celebrado siempre mis cumpleaños esa fecha y no cuando yo realmente nací.

– ¡Increíble amiguito! No tenía la más mínima idea de eso, dijo Carlitos. Siempre hay cosas sumamente curiosas en la vida de todos.

Ahí estábamos mi amiguito Matías y yo, platicando cuando se acercó la mamá de él y nos dijo: Aja jovencitos, ¿ya se aclaró lo del cumpleaños de Matías?

Ya niña Gladys le dije, cuando se iba acercando mi mamá también. Mire niña Gladys, ella es mi mamá; se llama Gloria. Ellas se saludaron y empezaron a platicar.

De repente dijo la mamá de Matías: ¡ya me acordé! ¡ya me acordé! dónde la conocí a usted. ¡Qué barbaridad, cómo es la vida!

Entonces le dice mi mamá, ¿ya nos conocíamos? Pero yo, disculpe, no me acuerdo de usted.

Y cómo me va a recordar, si fue hace muchos años.

Mira Matías, la mamá de Carlitos tu compañero y amigo, fue la doctora que me dijo: tome señora, hoy es el día que cargará por primera vez a su hijo.

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